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AUTODEFENSA VS. LEGISLACIÓN. ¿QUIÉN TIENE RAZÓN?

Ya son varias las personas, en el ámbito de la autodefensa, que se quejan de lo poco que se habla de las implicaciones legales que pueda tener esta u otra respuesta, ante una agresión física real o potencial.

Algunos de estos individuos, han llegado a decir incluso, que hay instructores que están enviando a sus alumnos directamente a la cárcel —debido a las técnicas que les enseñan.

Y todo esto es cierto… Soy culpable.

Pero antes de ser condenado, pregunto: ¿Se ajusta la ley con la realidad?

LA LEY

No sé quién hace la ley. El B.O.E. lo firma el rey, pero podríamos ser lo suficientemente calumniosos de llegar a pensar que ni lo lee. Basta ver aquella tonelada de letras para sospechar que ese —que dice ser rey— tiene cosas mejores que hacer. Paréntesis aparte, esto está hecho para que el ciudadano de a pie vea un documentos de estos y se horrorice: “Yo esto se lo dejo a los expertos” y no se entere de nada.

Pero volviendo al tema sobre quién hace la ley, podemos intuir que aquellos misteriosos personajes, la conciben desde un cómodo escritorio de madera noble, rodeados de varios consejeros y un desconocimiento total de lo que es la violencia callejera… pues nunca han estado expuestos a ella.

Pero como tampoco son tontos, esto nos lleva a dos hipótesis.

¿IGNORANCIA O PREMEDITACIÓN?

Hipótesis 1: Ignorancia. La primera opción es que desconocen las reacciones naturales del ser humano en estado de miedo y estrés, o lo que es su conducta con el cerebro primitivo al mando.

Por ende, se permiten juzgar y decidir sobre reacciones que parecen inapropiadas desde fuera pero que, en realidad, cuando estás dentro son imposibles de controlar.

Entonces los jueces —que tampoco han vivido esas experiencias— se permiten hablar de proporcionalidad, justificación, etc. sin tener la menor idea de lo que están hablando, pues jamás han estado dentro.

Hipótesis 2: Premeditación. La segunda opción es que se hacen los ciegos, pues las reacciones del hombre a “modo supervivencia” están más que estudiadas y documentadas.

Entonces las leyes serían un barullo de frases intencionadamente ambiguas y contradictorias cuya traducción es que simplemente no tienes derecho a defenderte… Dependiendo de quién seas, claro está.

Si nuestra pérfida mente tuviese razón, entrenar defensa personal ya sería tener un pie en la cárcel, pues estás acostumbrando a tu cuerpo a contrarrestar violencia con violencia… Pues la cruda realidad, es que defenderte sin hacerle daño, a una persona determinada en hacerte daño —y sin nada que perder— es prácticamente imposible.

Defenderte sin hacerle daño a alguien determinado en hacerte daño, es prácticamente imposible.

Por lo tanto, si no quieres ir a la cárcel debes esperar a que llegue la policía… con el riesgo, más que probable, de que no lleguen a tiempo. Según ellos mismos, el tiempo de llegada de la policía en caso de urgencia, el 87% de la veces, sería de 8 min. Y a pesar de que esto es más que razonable, en ocho minutos puede pasar cualquier cosa.

Ahora, ¿cuál de estas dos hipótesis podría ser la correcta? Vamos a observar lo que sucede a nuestro alrededor.

UN VIEJO LLAMADO BENITO

Una historia que ilustra muy bien esta situación, y que casualmente me envió un amigo cuando estaba redactando este artículo, es la siguiente.

Un sexagenario, sordo de un oído y ciego de un ojo —no me lo invento— percibió una noche que alguien se había metido en su casa. Cogió un cuchillo de caza, que preservaba de su juventud, y empezó a examinar el piso. Nuestro hombre estaba muerto de miedo. De repente, recibió un violento golpe en la cabeza, pero a pesar de ello logró mantenerse de pie, mientras el intruso le seguía zurrando con una barra de hierro.

El señor mayor se defendió como pudo con el arma que tenía a mano, y a pesar de que no asestó ningún golpe mortal —de hecho corrió a esconderse y se encerró en la cocina— el socióp*ta que se metió en su casa murió desangrado.

Para colmo de males, Benito fue a juicio. Y no sólo eso, es muy probable que le condenen a dos años de cárcel por uso de fuerza “desproporcionado”.

Como bien ilustra el autor de dicho artículo (que puedes leer aquí) nuestro viejo héroe tendría que haber dicho: «Un segundito. ¿Qué llevas una barra? Aguanta un momento que voy a buscar otra barra como la tuya» para estar en igualdad de condiciones.

¿Se puede pensar que esto es incultura por parte de la fiscalía? ¿Podemos ignorar lo aterrado que estaría este señor, que apenas puede ver y oír, cuando le atacaban con una barra de hierro? ¿Y qué ganan con condenar a un inválido de esa edad?; ¿querrían acaso dar el ejemplo, no vaya a ser que a la gente se le ocurra defenderse en su propia casa?

Yo ya tengo mi conclusión. Saca tú la tuya.

PROPORCIONALIDAD

Por otro lado, existe un absurdo con esto de la proporcionalidad: para vencer en una pelea debes abrumar a tu oponente, lo cual ya implica una desproporción de fuerzas. Por el contrario, si pretendes no hacerle más daño del «debido», es muy probable que el otro, que le suda la «proporcionalidad» —y por eso lleva una barra en la mano— aumente su nivel de violencia con lo cual el abrumado serás tú.

En el mundo ideal, aquel que muestra la tele, los «buenos» se defienden utilizando la fuerza de su oponente, sin causar más daño del debido y hasta hacen que se arrepienta de sus pecados.

Basta ver videos reales de las autoridades intentando controlar a un delincuente para pensar que, o la policía es muy inepta, o es imposible controlar a un tío desquiciado sin hacerle daño.

Y volviendo al tema que si hago bien o no las cosas, aclaro: mi trabajo es enseñar a la gente la resolución de un conflicto físico, casi geométrico —en el cual peligra su bienestar—, teniendo como único objetivo su supervivencia.

Mi misión es enseñar a la gente la resolución de un conflicto físico, teniendo como objetivo único sobrevivir

Y para sobrevivir —y usar el derecho que te ha dado la naturaleza misma— cualquier estrategia es válida: escapar, neutralizar o controlar, teniendo en cuenta que la última es la más arriesgada y la que menos probabilidades de éxito tiene.

Así que no pienso cambiar el método, o las técnicas que enseño. Pues esperar a que los demás hagan algo por tí, es mucho tiempo.

Gracias por leer.

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